Este tiempo nos pide encontrar nuevas formas de hacernos prójimos. Con inteligencia y creatividad podemos serlo incluso a distancia y descubrir quién es nuestro prójimo hoy, en especial los más débiles, pero también quien sufre lejos de nosotros por la guerra o el hambre, situaciones que parecen aún más lejanas hoy. Si creemos que “todo irá bien”, como se difundió en miles de mensajes durante la pandemia, debemos intentar salir mejores de esta prueba, más conscientes del tesoro de relaciones y de “redes” de las que tenemos una extrema necesidad. Se abrirán entonces las puertas que se cerraron, y caerán muchos muros que se levantaron que nos han engañado y no nos han protegido. Con la fuerza del Evangelio y la cercanía a los que sufren atravesaremos esta y cualquiera de las pandemias que puedan venir en el futuro. Artículo publicado en la revista Ekklesia
